Hay muchos que se confunden a la hora de ir al supermercado tras un queso de cabra. En cada país hay una versión y quizás con diferentes nombres, pero te llevo por los datos más simples e importantes para que lo invites a tu cocina con más frecuencia y saques provecho de él.
- Es una opción con menos calorías y grasa que el queso de vaca.
- Es más fácil de digerir para tu estómago porque sus niveles de lactosa son más bajos.
- Se hace añejado o estilo spread.
- El conocido“chevre” que significa cabra en francés, es suave, sin corteza, con textura de queso crema. Por lo general lo encuentras en el mercado en un empaque en forma de tubo y es mi favorito.
- Entre otras variedades de queso de cabra están el feta de Grecia, el Garrotxa de España y la versión tradicional del queso “blue” y el cheddar (en ocasiones los alteran con otras leches).
- La leche de cabra es alta en calcio, proteínas, buena para el corazón y una alternativa para los alérgicos a la leche de vaca.
- Luego de abrirlo, consérvalo en una bolsa que puedas volver a sellar para que dure.
Si te gusta el “chevre” y quieres ponerte creativo, cúbrelo a vuelta redonda de romero fresco y sirve con tostadas o añádelo a unas tostadas en el desayuno con aguacate, aceite de oliva y rabanitos. En la ensalada queda bien por arriba como si fuera queso fresco o con fresas, peach o mango como postre. También lo puedes empanizar con breadcrumbs y dorarlo en el sartén o en el horno unos minutos para llevarlo a una ensalada.
¡Te encantará y no muerde!