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Hay muchos que se confunden a la hora de ir al supermercado tras un queso de cabra. En cada país hay una versión y quizás con diferentes nombres, pero te llevo por los datos más simples e importantes para que lo invites a tu cocina con más frecuencia y saques provecho de él.

  1. Es una opción con menos calorías y grasa que el queso de vaca.
  1. Es más fácil de digerir para tu estómago porque sus niveles de lactosa son más bajos.
  2. Se hace añejado o estilo spread.
  3. El conocido“chevre” que significa cabra en francés, es suave, sin corteza, con textura de queso crema. Por lo general lo encuentras en el mercado en un empaque en forma de tubo y es mi favorito.
  4. Entre otras variedades de queso de cabra están el feta de Grecia, el Garrotxa de España y la versión tradicional del queso “blue” y el cheddar (en ocasiones los alteran con otras leches).
  5. La leche de cabra es alta en calcio, proteínas, buena para el corazón y una alternativa para los alérgicos a la leche de vaca.
  6. Luego de abrirlo, consérvalo en una bolsa que puedas volver a sellar para que dure.

Si te gusta el “chevre” y quieres ponerte creativo, cúbrelo a vuelta redonda de romero fresco y sirve con tostadas o añádelo a unas tostadas en el desayuno con aguacate, aceite de oliva y rabanitos. En la ensalada queda bien por arriba como si fuera queso fresco o con fresas, peach o mango como postre. También lo puedes empanizar con breadcrumbs y dorarlo en el sartén o en el horno unos minutos para llevarlo a una ensalada.

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