Por Doreen Colondres
Uno de esos recuerdos más bonitos de mi infancia es la cuaresma. Era toda un aventura viajar a la costa de Fajardo (en Puerto Rico) a comprar el pescado fresco que mi madre cocinaría ese fin de semana, mientras que en casa de mi abuela la casa olía a garbanzos.
Esa semana también hay un silencio especial en la cocina. Un silencio que habla de fe, y de la sabiduría transmitida en la familia. Aunque hoy día es cada vez menos la práctica, lo cierto es que para pausar, meditar o elevar una oración, no es necesario esperar a la Pascua.
En muchos hogares del mundo hispano, especialmente en España y América Latina, la tradición sigue muy latente y los protagonistas culinarios de esta época no son carnes ni banquetes lujosos, sino los garbanzos y el pescado, símbolos de humildad, tradición y devoción.
Una cocina de abstinencia… llena de sabor
La tradición de evitar la carne roja durante la Cuaresma y, especialmente, el Viernes Santo, tiene raíces en la doctrina católica, como un acto de penitencia y respeto por el sacrificio de Cristo. Pero de esta aparente limitación nacieron verdaderos tesoros culinarios: platos sencillos, de pocos ingredientes, que logran un sabor profundo y reconfortante.
Garbanzos con espinacas y bacalao: un clásico con alma
Uno de los platos más emblemáticos es el potaje de garbanzos, espinacas y bacalao desalado. Cada cucharada es un viaje al pasado, a esas cocinas de leña donde las abuelas cocinaban con calma y fe y como la mía. Este plato representa la fusión perfecta entre el campo y el mar, entre lo que estaba disponible y lo que se podía conservar.
El bacalao, pescado seco y salado, se convirtió en la estrella de la Pascua no solo por su sabor, sino porque podía almacenarse durante semanas sin refrigeración. El garbanzo, por su parte, ha sido durante siglos una base alimenticia en muchas culturas mediterráneas, y en este contexto pascual, representa el alimento nutritivo, cálido y reconfortante que no necesita lujo para brillar.
Ritual y comunidad
Más allá del plato, es unirnos con la familia a cocinar juntos, intercambiando historias mientras disfrutamos de un momento valioso en la mesa. Cada casa tiene su versión: algunas agregan espinacas, huevo, otras un toque de picante, pero todas comparten la misma intención: recordar, agradecer, y conectar.
Un puente entre culturas
En América Latina, esta tradición tomó matices locales: en Puerto Rico y República Dominicana, el bacalao guisado con viandas o arroz es infaltable. En México, los romeritos con tortitas de camarón son la estrella. Y en todos los rincones donde hay una cocina y una memoria viva, el garbanzo y el pescado siguen siendo símbolo de unión entre lo espiritual y lo terrenal.
Receta:
Mis Garbanzos con Bacalao y Pimientos de Piquillo
20 minutos, 2-4 porciones
Lo que necesitas:
- 1 ½ tazas de garbanzos secos (o 2 latas de 15 oz, escurridas y enjuagadas)
- 12 oz de filete de bacalao desalado
- 1/4 taza de aceite de oliva virgen extra
- 1 cebolla blanca mediana, picada
- 5 dientes de ajo, picados
- 1 hoja de laurel
- 1 cucharadita de pimentón dulce
- 1/4 cucharadita de pimienta negra
- 3 pimientos del piquillo en tiras
- 1 taza de caldo de verduras
- Sal y pimienta negra al gusto
- Perejil fresco picado, para el final
- Pan fresco y crujiente, para acompañar
Lo que tienes que hacer:
- En una olla grande, calienta el aceite de oliva a fuego medio alto. Sofríe la cebolla hasta que esté transparente (5 minutos), luego agrega el ajo, el laurel y cocina 1 minuto más.
- Agrega los pimientos del piquillo y el bacalao. Cocina unos 5 minutos.
- Incorpora los garbanzos cocidos, el pimientón, remueve bien, y por último agrega el caldo. Deja cocinar a fuego medio-bajo durante 10-15 minutos para que los sabores se integren. Ajusta la sal y agrega la pimienta.
- Sirve caliente, con perejil fresco y con pan crujiente al lado… ¡porque el caldito lo pide!